La dulzura y la cultura mediterránea, los higos tienen una rara vinculación con la psique humana. Cada principio de otoño, mente y paladar se hallan ante un plato de lo más jugoso. Quienes llevan el Mediterráneo en el alma se deshacen ante un plato de higos.
Ninguna otra fruta tiene para ellos tanto poder de seducción ni les permite viajar tan adentro ni tan lejos. Parece como si el poder evocador del higo Moros y más allá de su sabor y su untuosidad, vinculado con su forma y la estructura cristalina de sus semillas.
Cuando estas tocan el cielo de nuestro paladar nuestra boca se cuaja de estrellas. Podemos volvernos muy pequeños entonces, ser apenas un puntito de luz, una papila gustativa de la lengua que asiste el espectáculo de la gran caverna. Y en ese dulce centelló de las mucosas percibir las semillas de la abundancia y del conocimiento.
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